20 May Música en nuestro colegio.
Hace unos meses renovamos la megafonía exterior del edifico de primaria e instalamos un sistema de megafonía en el interior. Con ello pretendíamos eliminar las tan poco agradables sirenas y timbres. En su lugar hemos seleccionado músicas que marcan recreos, entradas y salidas. Además, durante la jornada escolar suena a modo de hilo musical (nada que moleste en el interior de las aulas) por pasillos y vestíbulos. Y es aquí donde queremos ofrecer a nuestros alumnos una variedad musical que sirva de aprendizaje indirecto de música clásica. Cada dos semanas sonará un artista favorito. Esta semana escuchamos a Chopin.
Podemos denominar a Chopin como el “poeta” del piano.
Nace en Polonia en 1810 y muere en París en 1849. Si el piano es el instrumento romántico por excelencia se debe en gran parte a la aportación de Federico Chopin.
Hijo de un maestro francés emigrado a Polonia, Chopin fue un niño prodigio que desde los seis años empezó a frecuentar los grandes salones de la aristocracia y la burguesía polacas, donde suscitó el asombro de los asistentes gracias a su sorprendente talento. De esa época datan también sus primeras incursiones en la composición.
En 1829 emprendió su carrera profesional como solista con una serie de conciertos en Viena. El fracaso de la revolución polaca de 1830 contra el poder ruso provocó su exilio en Francia, donde muy pronto se dio a conocer como pianista y compositor, hasta convertirse en el favorito de los grandes salones parisinos. En ellos conoció a algunos de los mejores compositores de su tiempo, como Berlioz, Rossini, Cherubini y Bellini, y también, en 1836, a la que había de ser uno de los grandes amores de su vida, la escritora George Sand (Amandine Aurore Lucile Dupin). Por su índole novelesco y lo incompatible de los caracteres de uno y otro, su relación se ha prestado a infinidad de interpretaciones. Se separaron en 1847. Para entonces Chopin se hallaba gravemente afectado por la tuberculosis que apenas dos años más tarde lo llevaría a la tumba. En 1848 realizó aún una última gira de conciertos por Inglaterra y Escocia, que se saldó con un extraordinario éxito.
Toda la producción de Chopin está dirigida a su instrumento musical, el piano, del que fue un virtuoso incomparable. En sus composiciones hay mucho de la tradición clásica, de Mozart y Beethoven, y también algo de Bach, lo que dota a sus obras una envergadura técnica y formal que no se encuentra en otros compositores contemporáneos.
La melodía de los operistas italianos, con Bellini en primer lugar, y el folclor de su tierra natal polaca, evidente en sus series de mazurcas y polonesas, son otras influencias que otorgan a su música su peculiar e inimitable fisonomía. A todo ello hay que añadir la propia personalidad del músico, que si bien en una primera etapa cultivó las formas clásicas (Sonata núm. 1, los dos conciertos para piano), a partir de mediados de la década de 1830 prefirió otras formas más libres y simples, como los impromptus, preludios, fantasías, scherzi y danzas. Sus poéticos nocturnos constituyen una excelente prueba de ello: de exquisito refinamiento expresivo, tienen una calidad lírica difícilmente explicable con palabras.